Sheikha Moza no pasa desapercibida en ninguna foto oficial con sus casi 1,80 metros de estatura, su pelo recogido en llamativos turbantes y sus vestidos y conjuntos de colores que la convierten en 'casi hermana' de Máxima de Holanda. A sus 65 años, y a pesar de que hace diez que su marido, el emir de Qatar, abdicó en su hijo, ella no ha perdido ni un ápice de influencia y poder. La que un día fuera la jequesa favorita del emir acumula reconocimientos internacionales, destaca por su elegancia, y se ha convertido en uno de los motores de cambio de Qatar, firmemente decidida a modernizar el país.
Su historia es la de un enfrentamiento entre dos familias que acabó en boda para limar asperezas. Así fue como Sheikha Moza, que durante su infancia vivió exiliada en Egipto y Kuwait debido a las malas relaciones de su padre con el entonces emir, se casó con Hamad bin Halifa Al Thani, su hijo. Graduada en Sociología, nunca ha querido para ella un papel meramente decorativo en la política de su país sino todo lo contrario. El diario The Guardian dijo de ella que era el rostro ilustrado de un país altamente conservador y que la revista Forbes la incluyera entre las 100 mujeres más poderosas a nivel internacional es buena muestra de su relevancia.
De 1995 a 2013, años en los que su marido fue emir, Moza se codeó con la realeza europea en visitas institucionales (sus duelos de estilo con Máxima de Holanda o la reina Sofía forman parte de la hemeroteca), y desde entonces sigue en la primera línea como presidenta de la Fundación Qatar para la Educación, la Ciencia y el Desarrollo de la Comunidad, cuyo objetivo es claro: "abordar los desafíos más urgentes de Qatar, creando impacto local, regional y global y empoderando a las personas para dar forma al presente y al futuro", según reza en su página web.
Sheikha Moza bint Nasser en su visita a Madrid en 2011.
La jequesa charla con Ana María de Grecia en 2012, en Londres, durante el Jubileo de la reina Isabel II.
Ella es la cara visible de esta institución, y nadie se sorprende de ello. Fue un viaje a Estados Unidos el que la catapultó a la fama. Corría el año 2003, y apareció junto a su marido en una entrevista en televisión. Aunque el entrevistado era él, fue ella quien al día siguiente ocupó todos los titulares. Padres de siete hijos, desde aquel momento Hamad bin Halifa se dio cuenta de que su esposa era el activo más importante de su familia. Una mujer inteligente y elegante capaz de abrir las puertas de Occidente a un país rico en recursos naturales y necesitado de una radical transformación social. Una modernización que ella sí es capaz de liderar y representar.
Con Máxima de Holanda, en 2017.
De hecho, acumula cargos como el de Enviada Especial de la Unesco para la Educación Básica y Superior, el de Embajadora de la Alianza de Civilizaciones de la ONU y es una de las 17 figuras públicas designadas por la ONU para impulsar sus objetivos de desarrollo sostenible.
Su gusto por la moda y el lujo: de sus vestidos y turbantes a la compra de Valentino, Balmain y Harrods
Más allá de sus esfuerzos por hacer de la cultura y la educación los pilares del nuevo rumbo de Qatar, Sheikha Moza bint Nasser no puede evitar mostrar su fascinación por la moda y el lujo. Y esto no solo se refleja en su armario y sus joyeros, sino también en sus negocios.
Su familia posee un amplio patrimonio que ella se ha encargado de dirigir al mundo del diseño. En julio de 2012 se hizo público que la firma de inversión Mayhoola for Investments, perteneciente a su familia, había comprado la maison Valentino en una operación que superaba los 700 millones de euros. En los primeros cuatro años con Mayhoola al frente, triplicó su volumen de facturación. No es raro ver a Moza bint Nasser luciendo algunos de los diseños de Alta Costura de la casa italiana, por la que siente especial predilección. Eso sí, en 2023 fue el grupo Kering quien se hizo con un 30% de Valentino.
En 2014, en París.
En 2016 fue otra de las marcas del tablero de la moda de lujo la que pasó a formar parte del fondo de inversión de la familia real qatarí: Balmain, que compró por 485 millones de euros. Tiffany's & Co. y la firma de bolsos Anya Hindmarch también forman parte del portfolio de moda de Mayhoola, cuyas inversiones también se centran en otros sectores como el automovilístico.
El desfile de Balmain, el pasado mes de septiembre, en París.
Su estilo ha hecho de ella la clara rival de la reina Rania de Jordania en Oriente Medio. Si esta se desvive por las marcas de lujo y a menudo luce algunos de los outfits que han triunfado sobre las pasarelas occidentales, ella apuesta por un estilo muy personal en el que mandan los colores saturados, con vestidos inspirados en los diseños orientales pero también de líneas entalladas y con detalles drapeados.
Las joyas ostentosas y los turbantes son las otras dos grandes señas de identidad de su estilo. Espectaculares collares de perlas cultivadas de varias vueltas que dejan los de Isabel II en piezas modestas, piezas claramente ostentosas como el collar con la mano de Fátima de Cartier, realizado con diamantes y un gran zafiro, o algunos broches que la reina Camilla y la reina Sofía desearían tener en su colección.